18 de febrero de 2008

Nunca perecerá......

Cara en tierra, y cual humo me elevo, para congraciarme conmigo misma
Misari el tema que a lo lejos mal consigo oír, pero que me alza en vuelo como el levitar de las mariposas.
Tus pies sin razón aparente, me sorprenden en tu despertar y envolviéndote como calina asciendo rotándome en tus piernas.
Tus pies descalzos, tus tobillos levemente acariciados por la lengua de una mujer que pretende cual serpiente avivar su sentido táctil.
Descubrir el camino enhiesto de tu esencia de hombre deseado. Tus manos ataviadas en tu pecho sin razón aparente, ya que sientes mil sensaciones inexplicables en el sendero de tu espalda, sin intuir que tus manos son mis manos en un segundo. Poseído por mí, desciendes lentamente mientras yo asciendo al encuentro de ellas.
Tu piel sudorosa en gotas de rocío recorren cada cúspide deseada por mi, revuelvo solaz con la misma gravedad.
Logro despertar tus ansias y cierras tus ojos desplegando tu cuerpo entre las sábanas que aún huelen a ti.
Destilas la vid sin respuestas entendibles... y cuando deseas incorporarte te rindes a mis carícias y al abrir tus ojos vislumbras mi cuerpo sobre el tuyo cual velo que se agita por el viento libre de amarras.
Libre presientes mi esencia, y tus brazos se alzan para tomarme y vencerme sin que yo muestre resistencia.
Como dos columnas de humo nos enredamos girando en torno de los deseos de alzarnos en frenesí, en ardiente pasión, brasa ardiente.
Melodías de ángeles convertidas en gemidos, murmullos placenteros que traspasan lo sublime de lo sutil.
Cual líneas grajeadas en Mármol blanco es la danza de nuestros cuerpos que se retozan en un abrazo intenso.
Sólo comparado con cada eclipse, dónde la luna cubre al sol en juegos sobrepuestos a dos. Mareas de néctar que se deleitan y nutren la piel. Espacios dónde la caricia de una rosa en tu piel es la plenitud de mí reposar y deseo.