Una melodía,
el leve incienso
que impregna de almizcle los aromas,
luz tenue que
reviste de sombras cada rincón, donde se escribió una historia pasada.
Recuerdos que
entre las manos del pianista recobra vida.
Para desvestir el
azul tenue y resurgir el blanco oscuro de los contornos añiles.
Reminiscencia de
escenarios que connotan la razón del abismo solitario
Soledad que se
hace inmensa ante el silencio ínsito.
El viento ondea
en búsqueda de lugares por donde consiga penetrar.
Como cada viejo
pensamiento, se viste la mirada del horizonte
y nos llenamos el
pecho de aire, en un suspiro taciturno de vacío.
Las manijas del
viejo reloj, que un día fue obsequio dado por un príncipe a mi Madre.
Marca el tiempo
que segundo a segundo, me dice que el anterior no regresa a hacerse presente.
Vamos moldando el
presente, con aquello que tenemos en las manos.
Abrazando cada
gesto que nos brinda el hoy.
Quiero correr al cauce del río, al lago de mi
cisne y ver que su regreso es quimera, que el hielo se desvanece ante la nueva
primavera.
Que lo que parecía
desierto blanco, ante los primeros rayos se torna vida que emerge.
Apartar el áurea
que rozaron la mía, fundiéndose en una en cada encuentro
Levitar sobre los
sueños en búsqueda inquieta del esbozo del mañana.
Despertar
sabiendo que aún no he podido soñar dormida.