A hurtadillas fuiste entreabriendo la caja de pandora que cuidadosamente fui manteniendo distante de la mirada.
Nunca la ignore. Pues
estaba envuelta de un halo mágico que en cada confronto con mi realidad se hace
elocuentemente presente.
Lograste penetrar
entre mis armaduras de acero, defensas que mantuve alzadas, negando cualquier
entrada posible, negándome a mí misma el
único derecho elemental de ser plenitud.
Seguí mirando el
sol del otro lado del poniente, mientras
dejaba el viento refrescar mi piel. Fuiste la esencia que logro traspasar ese
espacio vital en el cual me refugie para no sentir jamás la despedida, el adiós
sin retorno, el hasta luego sin esperanza.
Me permití tocar por
segundos la oportunidad de renacer, pero descubrí que la vida se engalana de
comienzos y finales, lo que suelen llamar ciclos.
Lo que busque en
la distancia, murió o mejor jamás existió.
Deje en el puerto lo que talvez pudo ser, sin saberlo termino no siendo
también. Y lo que debió ser por siempre, fue apenas un error.
Mi realidad hoy
esta revestida de acero. Sin dejar de ser quien soy. Sonriendo desde adentro,
viviendo el mismo instante, viendo el hoy intensamente.
A hurtadillas
entraste y abriste la caja de pandora. Puse a muestra mi vulnerabilidad. Apenas
no quiero ser nunca más las marcas de un reloj que define el tiempo. El
instante. El regreso, la despedida. No deseo ser la que te quita el sueño, la
que te hace soñar, quiero ser el fruto de tus sueños, la que está a tiempo
entero, quiero ser la que te arrope, La que duerma sobre tu pecho. La que junto
a ti construya nuestros sueños.