De sumergirme en la intensidad de mis
años.
Hoy siento la madurez hecha primavera.
Hoy me permito invertir la esencia
de los sentidos,
de expresar que saboreo cada imagen que veo,
que veo cada
aroma, que respiró cada sabor,
que siento en mi piel el roce de cada sonido,
y
que oigo cada imagen.
Hoy siento que todo es posible, que puedo ser prudente y
a la vez irreverente,
que puedo ser discreta y estridente.
Que puedo delinear
mis labios de colores y usar el rojo carmín.
Tengo la edad justa de ser lo que
quiera ser,
sentirme divina y desayunar
con una copa de champaña.
Tengo la certeza de poder enamorarte y desearte sin
esperar que seas tú a iniciar el cortejo.
Hoy me permito decir que siento en mi piel las caricias del sol mismo
que no logre ver más allá con la neblina.
Se es, no nos hacemos.
Estamos el tiempo que deseamos
pues nadie nos espera.
Así qué el tiempo es apenas un reloj que marca las
horas.
Hoy me permito decir que mis horas se tornaron minutos y que el día
tiene más que 24 horas.
Veo en cada
mirada un espejo donde me veo reflejada, y me veo una mujer divina.
Alguien que
es esencia de primavera, brillante como el verano,
brisa que no se atrapa como
otoño y místicamente sublimé como invierno.
Hoy soy lo que siempre he querido
ser, despliego mi brillo y marco presencia.
Puedo cruzar la línea, desnudarme
sin hacer a un lado mi ropaje.
Hoy el
tiempo no decide lo que soy.