12 de mayo de 2016

El absurdo y la razón


Ayer en la penumbra de la noche, el viento agitaba el ventanal
Los días se agotan y la esperanza cada vez es más etérea.
El dulce aroma llega a mí creyéndome despierta, sé que estoy soñando
O al menos eso creo, pues hace algún tiempo mi consciencia deambula
Entre la fantasía y la realidad nefasta de las incongruencias
Se rasga el alma, y el corazón tantea vivir, llevando su ritmo
El deseo es instante que se viste de vacua y el miedo deja de estar
El aroma y el canto del silencio abrazan mi cuerpo
No quiero nada realmente,
porque lo que he deseado verdaderamente lo he perdido.
Es el tiempo y nada más que él que me mantiene viva.
Es el corazón que vive por mí, pues mismo herido sigue jadeante
Y el amor jamás muere, está presente mismo en los temores de la soledad
Intente construir un castillo que perdurará en el tiempo, y vasto el roce de una ala
desplazanado tan solo una piedra, para que roca a roca fueran cayendo más allá del acantilado
Donde el invierno las cubrirá de musgo, y el tiempo consorte del olvido
No ha aprendido que el amor no muere, y duele cada despertar, las heridas están.
Quiero no estar, aunque estando estoy ausente. 
Y es por ti que aún sueño.
Lo absurdo no entiende que el amor no muere. 
Y la razón olvido que el amor es eterno.