13 de agosto de 2008

Un sueño que toma forma

Recostada sobre la hierba, miro el infinito azul del cielo
y oigo entre el agitar de las hojas, las golondrinas que alborotan
las letras de una melodía que solo el Amor logra acoplar
en ese pentagrama fino de líneas translúcidas, que llamamos Amar.
Mirando el azul del río, que se confunde a lo lejos cual espejo al cielo
veo los molinos de viento, que mueven sus alas a la libertad del deseo.
Ser y volver a ser una y otra vez, la doncella de los sueños
la niña soñadora que revolotea entre el verdor de la vereda
para tomar el camino entre las manos que se unen en el tiempo
y en el espacio de una vida que se inicia, en el visionar de dos.
Recostada sobre la hierba, miro el infinito de tu mirada
y oigo el susurro de tus palabras que se acompasan al palpitar de tu corazón.
Desde ese sentimiento, emerge el mío en cada despertar
en cada soñar, anhelando que los sueños que tantean
en el esbozo de color, tomen forma, cuerpo, olor sensaciones
en el roce suave del Amor.