29 de mayo de 2015

Presagio en un camino sin retorno.

Sucesivas partidas en un vagón inédito, donde cada amanecer es distinto, donde muchos rostros son repetitivos, donde los motivos son reincidentes. Lo que la diferencia es que unos se han convertido en pasado y el actual presente. Unos leen otros duermen. 
Otros como yo exploran el submundo de los pensamientos, deseando perpetuar cada instante. He tomado a murmullo para tratar de alejar la monotonía que nos convierte en maquinarias productivas, afinadas al tiempo. 
Trato de eternizar el brillo de una mirada, atrapando en un click un único e irrepetible segundo. Juego de palabras aleatoriamente distribuidas dan forma a las frases que anteceden cualquier epílogo. Un remanso de quietud en un espacio ensordecedor de banalidades. Viajo siempre sobre el mismo riel en ambos sentidos. 
Y aunque escuche la misma música, ella adquiere un matiz propio. Porque todo es diferente de acuerdo a nuestro estar. Una misma canción puede detonar mil sentimientos en un mismo instante. Hoy te siento presente, más vivo que nunca, a pesar de tener la certeza de que el retorno es apenas un deseo imposible de realizar. 
Un presagio de vernos otra vez, más no hoy, no en el presente actual. Apenas vernos otra vez, en un espacio sinuoso, de existir un lugar especial. He aprendido junto a murmullo a admirar las flores silvestres del camino, robustas guerreras que sin privilegios crecen igual que otras. A diferencia estas tienen un aroma especial, un brillo y color único. Ellas están dando tonos intensos a un paisaje. Su presencia descubre y anuncia el paso del tiempo