29 de mayo de 2015

Sucumbir para renacer


A hurtadillas fuiste entreabriendo la caja de pandora que cuidadosamente fui manteniendo distante de la mirada.
Nunca la ignore. Pues estaba envuelta de un halo mágico que en cada confronto con mi realidad se hace elocuentemente presente.
Lograste penetrar entre mis armaduras de acero, defensas que mantuve alzadas, negando cualquier entrada posible, negándome a  mí misma el único derecho elemental de ser plenitud.
Seguí mirando el sol del otro lado del poniente,  mientras dejaba el viento refrescar mi piel. Fuiste la esencia que logro traspasar ese espacio vital en el cual me refugie para no sentir jamás la despedida, el adiós sin retorno, el hasta luego sin esperanza.
Me permití tocar por segundos la oportunidad de renacer, pero descubrí que la vida se engalana de comienzos y finales, lo que suelen llamar ciclos.
Lo que busque en la distancia,  murió o mejor jamás existió. Deje en el puerto lo que talvez pudo ser, sin saberlo termino no siendo también. Y lo que debió ser por siempre, fue apenas un error.
Mi realidad hoy esta revestida de acero. Sin dejar de ser quien soy. Sonriendo desde adentro, viviendo el mismo instante, viendo el hoy intensamente.

A hurtadillas entraste y abriste la caja de pandora. Puse a muestra mi vulnerabilidad. Apenas no quiero ser nunca más las marcas de un reloj que define el tiempo. El instante. El regreso, la despedida. No deseo ser la que te quita el sueño, la que te hace soñar, quiero ser el fruto de tus sueños, la que está a tiempo entero, quiero ser la que te arrope, La que duerma sobre tu pecho. La que junto a ti construya nuestros sueños.