23 de diciembre de 2007

Almas encontradas....


Llueve en mi noche, mientras el olor a tierra húmeda enciende mis ansias,
se esconde la luna silente, callada entre nuestros abrazos para mirarnos.
Mientras despierta las estrellas en desvelos, deseosa de poseerlas
fluye en silencio el sentimiento, el susurro del aliento entre nuestra piel.

En el calor del nido y del destino, entre las sabana entrelazadas nuestras ropas,
uniéndose como ambos en la cúspide del sueño, en gemidos que erizan el placer
en el último verso enamorado, dicho en murmullo entre besos y abrazos entregados
caso de añoranzas, desleídas en el presente de los sueños que despuntan en alboradas.

En compás de las huellas entregadas en nuestros cuerpos humedecidos
allí me buscarás y estaré siempre, como en el encuentro de dos almas
que surgieronen mil estrellas despiertas en cada estancia y paso de la vida,
almas consagradas a la eternidad de los confines.

Repletas de intimidades vividas en tiempos inimaginables,
emigrantes del sueño furtivo que deslíen en la esencia misma de la Vida.
El cielo, nuestro cielo conmovido, en sosegadas lágrimas que se convierten en lluvia,
encarcelada en el remanso de tus brazos, sin pretender hallar la llave de la libertad
resbalando en las cortinas de recuerdos, de imágenes presentes y sensaciones revividas.

Emerge impetuoso el vuelo de tus manos en los valles de mi cuerpo
las grietas de soledades que antaño persistían, dejan de existir
pues ante el susurro de tu piel, la mía despierta altiva en cada gesto y complacencia
hoy escribes la historia del tiempo en presente, en sonrojadas odas del más dulce pensamiento, tomando la tinta nácar de nuestros cuerpos que trazan el vislumbrar de un nuevo tiempo.