26 de junio de 2008

Embriagada en tus brazos...

Bajo las sombras proyectadas por la farola
nuestros cuerpos reposan en un abrazo cargado
de esa magia que se siente frente a la palabra nuestro.
Dejando de ser tu éxtasis o el mío para ser nuestro instante.
Nuestras piernas entrelazadas, mi cabeza sobre tu pecho
Sólo lo oscuro de la noche es la manta que nos cubre
Besos suaves en la frente dejas en mi rostro
Yo mis labios en tu pecho besándote con ternura
Mis manos aún rozan tu piel ardiente
Humedecida como la mía de la mezcla de ambos delirios
del magma sobre ambos vertidos.
Cuando me rozas la piel aún ardiente, suspiro complacida
como muero, cuando a mi lado susurramos el instante vivido
mi cuerpo te responde frenéticamente así como el tuyo me grita el deseo
mi pecho y mi fuente rebosan del lenguaje que tus manos
saben perfilar sobre mi piel.
Tu brazo es la almohada de mi cuerpo, mientras tu mano
juega con mi cabellera entrelazando tus dedos en ella
que cae sobre mi espalda como hebras de mar negro.
Como inmovilizar mis piernas que se abren ante
la cercanía de tus labios, de tu lengua, de tu boca, de su humedad.
Como mantener en capullo la flor, que sólo con tu aliento cálido
se abre como si fuera primavera.
Como complacida, complazco tus fantasías
como de mujer me vuelvo hembra en tus brazos
En nuestra cama, y sin brújula sólo en tanteo
Descubrimos espacios que afloran ante el leve roce
De unos dedos, de una mano, de unos labios
Para luego entre gemidos, gritar el límite máximo
del placer de la sublime y plácida culminación.