14 de julio de 2008

Esposaste mis manos...


Esposaste mis muñecas, en el instante mismo
En que silenciosa entré en tu alma para robarte sigilosa
La gema más precisada, guardada dentro de ti.
Sin dudar por un instante sosteniéndome de las manos
Me dijiste sonriente no robes de mi
lo que te ofrendo en cada amanecer
Tu amor, dulce caricia y roce desnudo en mi piel
No miramos los mañanas,
para no perder instante alguno
del abrazo entregado hoy
Corriendo entre palomas que descienden en la plaza mayor
Acariciándonos la brisa que provocan con su aletear
Seducidos entre las mirada a hurtillas
Arriesgamos al por todo este sentir intenso
Que recorre nuestras venas
convirtiendo el sentimiento
en destellos de colores.