3 de julio de 2008

Instantes irrepetibles.

Hoy un lugar diferente, un instante irrepetible,
un umbral mágico, un deseo no advertido,
miramos miradas que se gesticulan complacidas.
Tu cercanía nuevamente, el latir del alma es el único lenguaje exacto
tus manos sobre mis mejillas, buscaba lo terso de la piel,
urgidas cubren mi nuca en un intento de acercar tus labios a los míos.
Sin intransigencia en un beso dulce entrego mi esencia en tu boca,
acaricias mi cabellera, mientras rozas suavemente mi espalda, deslizando tus manos
sobre mi ropaje tratando de que mis senos, sientan tus manos por entero
estrujándoles levemente.
Sin sondeos no me resísto al preámbulo divido que hoy pincelas en el lienzo.
Ciño mi cuerpo al tuyo, tu erección es evidente, mi humedad se reserva
del sentir discreto, evidente en el aroma a hembra que desea algo más que caricias,
aunque rebosa pues siento alagarme, exalta mi placer calándome por entero.
Tu brazo rodea mi cintura mientras entre besos robados llegamos a cualquier lugar,
dónde el decoro es premisa y el deseo aflora por ser cual cúpula de cielo.
Dos copas de efervescencia, unas frutas frescas humedecidas que se chupan,
cubres mis ojos con un tul negro, deseas que mi piel vibre en cada roce,
en un juego de descifrar que cosas me recorren lentamente.
Una a una, gotas heladas impactan sobre mi pecho
descendiéndome en el vientre, sobre mi dermis ya brotada de placer deslizas un cubo de hielo
arrancándome en lujuria gemidos y ligeros serpenteos, mi lengua baila cual serpiente
buscando incitar tus labios para en un beso retardar la danza que deseo iniciar.
Creo que en delirio vas recreando el placer silente de la lujuria y enciendes las brasas
que a tentativas tratan de convertirse en fogatas.
Ya recular no es posible y el borde te inca a mi cuerpo, mis piernas contornan tu cintura
me desprendo la ceguera dulcemente impuesta y las miradas se fijan en un conteo de placer
infringiéndonos en nuestra piel desnudada.