Una mujer...que en su simpleza logro descifrar la razón del latir del corazón.
Capaz de distinguir el lenguaje mismo de cada instante.
Cada latido del corazón se abre
en un borbollar de intenso rojo sobre tu cuerpo
Dando vida al sentimiento mismo de la pasión y la lujuria.
En ese instante la razón se silencia y el alma gime en cada poro de la piel.
En cada roce sentido. En cada entrega plena, irrigando cada brote
Con ardiente lujuria…Se hace evidente en tu hombría que se excita
Y la mía que brota en manantial ,
pecho erizado ante el deseo de sentir en ellos tus manos.
El latido se vuelve intenso hondo y placentero, sientes la sangre que fluye
Haciéndote sudar la piel, es cuando los latidos son intensos y profundos
Su tono alcanza hasta las ramificaciones más intensas,
rozando la médula misma.
En esos instantes cada palpitar murmulla
el deseo de ser poseída, del placer ante cada caricia,
y el gemido ante cada éxtasis. Para gritar con la intensidad
Del clímax final. Y a la vez, emite el vuelo de mariposas
en la boca del estómago cuando se advierte la presencia del amado.
Susurra el chasquido de dientes ante el frio,
cuando se mira el brillo de los ojos amados.
Ese latido que se semeja al vuelo del cóndor
cuando se siente complacido, correspondido.
Es un ir y venir de melodías que vibran a modo y tono en cada
rima de las notas que componen el sonido del viento
y el abrazo en la orilla de la mar.
Capaz de distinguir el lenguaje mismo de cada instante.
Cada latido del corazón se abre
en un borbollar de intenso rojo sobre tu cuerpo
Dando vida al sentimiento mismo de la pasión y la lujuria.
En ese instante la razón se silencia y el alma gime en cada poro de la piel.
En cada roce sentido. En cada entrega plena, irrigando cada brote
Con ardiente lujuria…Se hace evidente en tu hombría que se excita
Y la mía que brota en manantial ,
pecho erizado ante el deseo de sentir en ellos tus manos.
El latido se vuelve intenso hondo y placentero, sientes la sangre que fluye
Haciéndote sudar la piel, es cuando los latidos son intensos y profundos
Su tono alcanza hasta las ramificaciones más intensas,
rozando la médula misma.
En esos instantes cada palpitar murmulla
el deseo de ser poseída, del placer ante cada caricia,
y el gemido ante cada éxtasis. Para gritar con la intensidad
Del clímax final. Y a la vez, emite el vuelo de mariposas
en la boca del estómago cuando se advierte la presencia del amado.
Susurra el chasquido de dientes ante el frio,
cuando se mira el brillo de los ojos amados.
Ese latido que se semeja al vuelo del cóndor
cuando se siente complacido, correspondido.
Es un ir y venir de melodías que vibran a modo y tono en cada
rima de las notas que componen el sonido del viento
y el abrazo en la orilla de la mar.
