17 de abril de 2008

Amor a dos manos...


Siento el viento en el susurro campaneando en las hojas del tiempo, dejando entrever letras revueltas con esencia, querencia y sentido que se pliegan en un tul blanco que dice ser la voz silente de tus pensamientos, ordenando lo que como mares brota de tu corazón.
No se como pactaste con el ángel sin alas angostas, que puso en mis manos tus letras vivientes que del pergamino brotan en un remanso de melodía:

Las leo con premura, negada a sollozar ..


Amada eterna:
“ Pienso en esa noche a mediados de Diciembre,
en la cual todo parecía lejano sin tacto,
una vida encaprichada en transcender mas allá de la oscuridad,
como vacio que intentaba atormentarme el alma.
Una noche como cualquier otra,
o tal vez la noche que marcaria toda una vida.
Pues una noche como cualquier otra, estaba hecha de rutinas
cuyo unico camino cierto no era más que el retorno a casa,
tomando las llaves y por mucha casualidad
una lluvia de ideas que me venian a la memoria.
Esa noche fue especial y mágicamente sublime,
en esa búsqueda sin nunca hallar lo anhelado, un rostro se hizo presente,
esencia que hasta entonces no era más que palabras afables llenas de cortesía.
Así sin adentrarse más la noche te hiciste presencia, esencia, luz,
irradiando mis días deslumbrandome por completo.
Divino Ser que llegaste a mi vida en forma de ángel,
alumbrando mi vida sumergida en esperanzas estériles… “


Y aún balbuceas que no eres poeta y en este extracto de carta, me traspasas el alma misma en la reciprocidad vivida. Y me arrancas del alma misma dos gotas de cristal que brotan de mis ojos descendiendo en llanto de rocíos.

Hoy envueltos en la magia de lo que soñamos negado para ambos, vivimos el desenfreno de una pasión que sólo conoce de entregas, deseos que brotan como flores en un jardín que alza su aroma bordeándonos, envolviéndonos, sitiándonos en un juego de caricias y besos que destilan miel, cual colmena. Desgranándose en sublime entrega fundiéndonos acompasados del tiempo sin reloj que marque sus horas.


Ese sentir, golpea la piel traspasando el alma, como la ola que irrumpe en el peñasco que se ofrenda a su mar azul. Para cubrir la arena en remanso encuentro a lo largo de la orilla. Espuma blanca fértil de vida que brota en cada encuentro.


"Amada eterna"
Autor: Paulo J. da Costa Ribeiro

Fotomontaje María Lasalete Marques.
Foto principal usada en el montaje de la misma
perteneciente a: Domingo Vial