Noche de luna llena que plagias esencias, deseos enardecidos transportándolos a mi alma
En mi cama, desnuda recién bañada, cubierta apenas por un trozo de sabana, siento el viento frio que entra por la ventana, la luz de la luna que en claroscuro resalta mis redondeces, mi piel erizada, ese olor que dejaste impregnado en mis sabanas y que no he deseado borrar.
Es cuando no se como ni cuando te siento y presiento junto a mi, haciéndome estremecer, cierro mis ojos y entre llanas caricias, recorres mi cuerpo, haciendo mis manos tuyas, enfebreciendo como si los dedos que muerdo son los tuyos, como si quien hurga mi cuerpo eres tu.
No deseo abrir mis ojos, mi piel sudorosa te siente tan real, que no quiero que el momento culmine.
Siento un escalofrío cuando tus manos me recorren por entero, mi vientre y mi espalda se arquea del placer que en mi despiertas con la destreza que pintas de oleo mi cuerpo.
Un sonido se acopla en el silencio, lo oscuro se desvanece en el encendido de una vela que da movimiento a las sombras, el olor del incienso despierta el aliento y el deseo, y un murmullo que me hace abrir los ojos. Es tu llegada a mi lecho para amarnos en el tropel del tiempo, abrazo tu cuerpo y en pleno estar nos entregamos al deseo. Sintiendo tu melaza en mi boca, en mis labios, besas mis labios que son para ti dulzura en un beso, tormento en el deseo.
En mi cama, desnuda recién bañada, cubierta apenas por un trozo de sabana, siento el viento frio que entra por la ventana, la luz de la luna que en claroscuro resalta mis redondeces, mi piel erizada, ese olor que dejaste impregnado en mis sabanas y que no he deseado borrar.
Es cuando no se como ni cuando te siento y presiento junto a mi, haciéndome estremecer, cierro mis ojos y entre llanas caricias, recorres mi cuerpo, haciendo mis manos tuyas, enfebreciendo como si los dedos que muerdo son los tuyos, como si quien hurga mi cuerpo eres tu.
No deseo abrir mis ojos, mi piel sudorosa te siente tan real, que no quiero que el momento culmine.
Siento un escalofrío cuando tus manos me recorren por entero, mi vientre y mi espalda se arquea del placer que en mi despiertas con la destreza que pintas de oleo mi cuerpo.
Un sonido se acopla en el silencio, lo oscuro se desvanece en el encendido de una vela que da movimiento a las sombras, el olor del incienso despierta el aliento y el deseo, y un murmullo que me hace abrir los ojos. Es tu llegada a mi lecho para amarnos en el tropel del tiempo, abrazo tu cuerpo y en pleno estar nos entregamos al deseo. Sintiendo tu melaza en mi boca, en mis labios, besas mis labios que son para ti dulzura en un beso, tormento en el deseo.
