12 de febrero de 2008

Amar... en seis puntos.

Quizás, la eterna lucha del poeta,
no es más que el silente sonido de su garganta,
que jamás broto para mimar al álgido Amor.
O talvez, sea la forma de expresar
ese mar irrefrenable con el que solo
sabe entregarse a la pasión del sentimiento.
Unas letras sueltas, ordenadas, aunque formen frases
nunca calaran en el alma de quien nunca por sus venas
haya digerido adrenalina en el Amor,
palabras sueltas no son caricias
como caricias sueltas no expresa sentimientos.
Por eso como no soy poeta, ni trovadora, ni menos letrada
solo permito que sea el corazón quien me susurre,
el sentir de su inmensidad sumergida en mi piel,
para que el fiel amigo cerebral descubra el paradigma.
Y mis manos tracen las palabras sentidas en hojas blancas,
convertidas en lo que no pretendo ser poesía
pues de rimas no conjugo, si asonantes o consonantes,
tan sólo doy vida al murmullo
de un amigo que palpita cuando mira tus ojos,
a ese corazón que me mantiene erguida en la vida.
Y que al igual que mi razón entiende el amor
Como la suave caricia sin roce….
En dónde la unión de seis puntos...adquiere su ápice central.
Que si la razón grita que, físico-emocional-mental de la esencia del uno
debe compenetrarse en la unidad perfecta de lo físico-emocional-mental del otro.
El corazón tan sólo lo entiende como una piel que se desgrana
ante el sentir de la esencia por quien palpita con mayor intensidad,
deseoso de sentir que en la magia retorna cual eco
fundiéndose en la esencia palpitante de quien ama y por quien siente
para tornarse en entrega plena de dos que se dan sin reservas, sin esperar recompensas.