Luz de velas en la penumbra te invitan en murmullos
A cada uno de tus sentidos aboliendo los desganos de las horas del día
levitando nuestros cuerpos cual humo de incienso
Que en ovoides figuras se alza al cielo
Entro a tu mundo real desde en centro mismo del deseo
Abro las cerraduras a la lujuria, para abrazar las honduras de tu pecho.
Nuestras ropas declinan el cubrirnos la piel
Y el roce de la carne enciende la hoguera sin quemarnos
Te reclinas en las sabanas desaliñadas, y me miras seductor
Pincelando con tus iris cada brotar de mi cuerpo, cada redondez deseada
el recuerdo de niñez en la ausencia del velo negro.
El silencio se rompe ante mil suspiros,
Respondiéndote con mi ritual tántrico a cada pliegue de tu cuerpo
Retozándome en cada punto dónde tus manos
se aferran e estrujan las sabanas por el placer que te encrespo
y en alaridos de placer enciendes mi universo
