25 de marzo de 2008

Amor de verano... no siempre fallece.



Aquella tarde gris, de fines de verano, silente camine por las calles donde descubrí la entrada de tu alma.
Esa mirada diáfana que jamás haya podido percibir, tu sonrisa a medio esbozo culmino mi deseo de ser seducida por ti.
Dicen que los amores de verano se van como el bullicio de sus playas, el sol intenso que torna índigo el azul, que nada lo detiene en su desgranar, que es esquivo a perpetuarse.
Jamás saliste de mi memoria, y entre noches en claroscuro fuiste color subrepticio, sensaciones en solitario, sudor en piel, deseos furtivos hechos gemidos.
Mis pies conocían el camino recorrido a tu lado, el final de la senda junto a aquella playa, dónde mis límites asentaron al mirar extasiada el bando de gaviotas sobre la arena, alas extendidas, embelezadas por tibieza del sol.
Corrí entre ellas, inmutas, ni un movimiento que me hiciera cejar en los deseos de sentirme una más.
La mujer con sueños de niña, con remembranzas amadas, pretendía junto a ellas, sobre el arenal húmedo, redescubrir sueños en sepia, intensificando en alientos un soplo de vida, para vivir cada instante, como si el rediseño fuera posible.
Las horas parcas e inmovilizadas ante el gris intenso del oleaje, el olor a mar y sargazo, sumergida en el mismo éxtasis que ellas, hipnótica de esa suave caricia devenida, solapada.
Transmutándome sobre el corcel errante del tiempo. Te vi llegar como la suave calina, la bruma que esconde el horizonte lejano. Las miradas entumecidas de las gaviotas, vieron en instantes un despliegue de feromonas entre ambos, avivandoles las ansias en su deseo de apareo aún destiempo.
Lo que creí ser una entelequia era real, tu presencia era evidente, estabas allí junto a mi en una entrega plena, sin mediar palabras mas que gemidos y roces de caricia, besos álgidos .


No sólo era mi deseo el sentirte en mi cuerpo, tú ansiabas mi piel, mi pleno de mujer, nuestros pasos coincidieron en la búsqueda de lo que en el aroma de verano creímos extinto cercándonos en un mismo horizonte ofrendándonos la vida.