Si puedes detener un segundo tu caminar agitado, y sentarte frente al mar embravecido.
Regálate ese instante, sin mirar los minutos y las horas pasar, desconéctate del mundo, por fracción de tiempo y regálate la brisa que llena tu cuerpo repleta de oscilante energía que se renueva en cada abrazo del mar y la arena en el verbo de una ola.
Cierra tus ojos, y siente el rocío en forma de calor, que place a tu piel envolviéndola y siente como ella desciende tu espalda con la lentitud del tiempo, recorriendo cada espacio de ti.
Respira hondo más pausado y siente como absorbes el mundo en destellos de luz, encendiendote desde adentro.
Desplázate en un vals cuya melodía proviene del gemido del mar en cada preludio amoroso con que cubre tu cuerpo.
Y si aún crees en las incongruencias de mis frases, mira sólo los destellos del cielo tras una aurora boreal, es la musa que arde en el firmamento ante el lecho de los amantes que se estigman en cada abrazo, en cada beso, en cada fundirse en uno.
Regálate ese instante, sin mirar los minutos y las horas pasar, desconéctate del mundo, por fracción de tiempo y regálate la brisa que llena tu cuerpo repleta de oscilante energía que se renueva en cada abrazo del mar y la arena en el verbo de una ola.
Cierra tus ojos, y siente el rocío en forma de calor, que place a tu piel envolviéndola y siente como ella desciende tu espalda con la lentitud del tiempo, recorriendo cada espacio de ti.
Respira hondo más pausado y siente como absorbes el mundo en destellos de luz, encendiendote desde adentro.
Desplázate en un vals cuya melodía proviene del gemido del mar en cada preludio amoroso con que cubre tu cuerpo.
Y si aún crees en las incongruencias de mis frases, mira sólo los destellos del cielo tras una aurora boreal, es la musa que arde en el firmamento ante el lecho de los amantes que se estigman en cada abrazo, en cada beso, en cada fundirse en uno.
Si no crees que lo inverosímil es posible y real, es porque no conoces la esencia misma del Amor.
