28 de marzo de 2008

::Vorágines de deseo II....

….. A la salida, retorno a casa, en ese instante quise ser avión para sobrevolar la ciudad y llegar a ti como rayo refractado.. Pero el flujo de vehículos avivaba mi desespero mi urgencia de piel, pues mas que cena, deseaba estar y fundirme en su piel.
Nuevamente el ritual de la diosa destilando esencia y el deseo de ser el centro de la mirada de todos, pero de tan sólo desleírme en tus deseos, en tus sabanas y tu piel.
Tome un Taxi para no tener el carro como pretexto de recular en mis deseos, llegaba 10 minutos tarde, tiempo justo para medir su deseo.
Y allí estaba, entrecruzando sus manos, avistando mi llegada, al verme su sonrisa picara que tanto me enciende, sus ojos cual farolas destellan luz blanca, se puso de pie ante mi presencia cercana, me tomo la mano, retirando la silla que supo colocar y sentarme cual todo caballero de normas y costumbres.
Uhmmm… Manos suaves y largas me hacían elucubrar visiones ansiadas.
Charlamos, cenamos, hasta que los postres desiguales conspiraban para ser saboreados a mitad, el medio temeroso de iniciar algo, fui yo quien tomo una fresa de mi tarta y mirándole fijo a los ojos se la acerque a sus labios, con la sonrisa dulce de inocencia vivaz, abrió su boca y sobre su lengua la coloque, al sentir su lengua en mis dedos creo que me derretí cual mantequilla, temblé como gelatina. Y hasta creo que mi rostro enrojeció.
Miradas fijas, deseos encendidos, resistencia a punto de resquebrajarse por entero, ya el deseo de sentirnos era intenso.
Más la cuenta era el ápice del preámbulo, parecía no llegar jamás. Me dio de su postre y entre risas, cuentos e historias, una vela puesta para tomarnos una copa, hizo que explosionara el recato, ya era evidente los deseos, una mirada más indecorosa que la anterior.
Me tentó ante el tomar de mi mano y sentir su piel hirviendo, a sacarme el zapato y poner mi pie entre sus piernas, su dureza evidente, su mirada incendiada.
Unos instantes más y creo que ambos en distancia hubiésemos explotado de placer. Se levanto de la mesa y en natural cortesía se apronto a retirarme la silla.
Me tomo de la mano, sonaba una suave música que nos invitaba a bailar, me tomo de la cintura bailamos un sólo compás, no existía espacio posible que se antepusiera entre ambos.
Su hombría con la resistencia de roca, mi humedad desbordada, nuestro labios sellados en un solo lenguaje.
Un murmullo en sincronizo, ni ensayado, ni aprendido, hubiese salido tan espontáneo exacerbando aún mas lo indetenible.
Nos retiramos, parados en la acera mirándonos aún fijos deteniendo el tiempo, esperamos el parquero con el carro.
Cada instante cuidado con prolijidad y altruismo me hacia sentir rendida ante el placer que este hombre me desafiaba.
Su mano rozo mi mejilla y me encendió el fuego mismo……La frase Te deseo nuevamente broto de ambos labios en simultaneo.
Una ruta cercana y la magia de un hotel…Luces tenues, velas que se encendieron, una música que ínsita a frotar cuerpo y piel.
No sabría explicar como despertaba la mujer adormecida, no se si en la magia del instante, lo que si se, es que cada delinear de cuerpo eran pinceladas convertidas en jadeos, manos que dirigían el deseo, irrefrenables deseos de aspirarnos la piel, pechos en arritmias sentidas evidentes, pezones erectos que cual crayolas dibujaban líneas etéreas, mi cuerpo temblaba ante tus caricias, como si este instante fuera un parto primerizo descubriendo la lujuria en mi ser.
Nuestros cuerpos concurren en las sabanas blancas, bordadas en blanco, embriagamos las ansias con los rocíos que destilamos, rendida y alebrestada ante el roce de esas manos finas y largas, enredados en un mágico LIIX, la urgencia de nuestras bocas de surtir de éxtasis el otro, deseosas de desenvainar la finta y cual rayo de luz, emerger en la locura de la pasión, ambos vibramos, sentimos, latimos, ambos ardimos en la pira de la fogosidad, diluyéndonos en el frenesí del otro en tus labios mi manantial abierto, mi boca sorbiendo de ti tu verter.
Creo que nuestros cuerpos y el erotismo mismo, son estigmas inseparables, nuestros cuerpos convertidos en sabanas y los deseos en espiral que nos rodean manteniendo un mismo eje principal, ambos en un solo olor de efluvios combinados, sudores esparcidos en la piel cual oleo añadido, saliva que brotan ante el paladear de cada pulgada, en cada pliegue de piel.
La locura, el orgasmo mil veces alcanzado. Puntos álGidos encontrados, multiorgasmicas explosiones esparcidas, alcanzadas, gemidos y curvilíneas formas y posturas ante cada instante abiertos a repetir. Una noche de redescubiertas y afirmaciones para allá de deseos que se desean perpetuar. Signándonos en un solo palpitar y sueño materializado en un encuentro mil veces incendiado.